Ante el creciente número de proyectos relacionados con el hidrógeno verde en todo el mundo, la demanda de ese gas renovable podría llegar a multiplicarse por seis a mitad de siglo. Sin embargo, no es un secreto que el hidrógeno renovable todavía se enfrenta a algunos retos significativos, entre los que figura el establecimiento de cadenas de suministro para su transporte a largas distancias.

En este contexto, Investigadores de la Universidad Tecnológica de Sidney (UTS) han desarrollo un modelo de cadena de suministro con el potencial de convertir al H2 en un actor global viable. ¿Cómo se puede hacer posible?

Kaveh Khalilpour, profesor de la UTS y principal autor del estudio, explica:

«Como estudio de caso, hemos investigado ocho opciones de cadena de suministro compuestas por dos electrolizadores (alcalino y de membrana) y cuatro opciones de portadores (hidrógeno comprimido, hidrógeno licuado, metanol y amoníaco) para la exportación desde puertos australianos a tres destinos en Singapur, Japón y Alemania.»

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El reto que supone el transporte de hidrógeno verde

Pese a la gran densidad energética gravimétrica del H2, los principales retos se centran en la complejidad que supone su almacenamiento y transporte. Esto es así por su bajísima densidad en condiciones ambientales, que da como resultado una reducida densidad energética volumétrica. Por ello, es necesario realizar una compresión de 100 a 700 bares o la licuefacción a un punto de ebullición extremo de -253 ºC a fin de aumentar su densidad energética volumétrica para poder almacenar y transporte grandes cantidades.

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Cabe dejar claro que el hidrógeno, en sí mismo, no constituye una fuente energética. Se trata de un portador que puede almacenar o transportar una gran cantidad de energía. En este sentido, el metanol y el amoníaco son combustibles portadores muy eficaces que pueden derivarse del hidrógeno renovable. Generalmente, el transporte de metanol y amoníaco es más fácil que el del hidrógeno, ya que no requiere de temperaturas tan bajas durante el proceso.

Según señala el estudio, el H2 convertido en forma de metanol tiene la mayor densidad energética y es asequible a la hora de producirlo y enviarlo. El coste sería de 8,87 dólares por kilo de hidrógeno enviado. De hecho, el estudio apunta que el metanol almacena la mayor cantidad de energía para todas las vías de cadena de suministro.

Otra opción la ofrece el hidrógeno licuado, cuyo coste por cada kilo de H2 entregado es de 9 dólares por kilo.

 

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