El hidrógeno tiene una serie de aplicaciones que van desde las industrias, como la metalúrgica y la química, hasta usos energéticos, residenciales y en el transporte.
En los usos residenciales, existen sistemas de microcogeneración de hidrógeno que son capaces de proveer de electricidad y calor a los hogares.
Con respecto a la energía, el hidrógeno puede ser utilizado para generar electricidad mediante pilas de combustible y para ser inyectado en la red de gas natural, una práctica que reduce de forma notable las emisiones de los sistemas de calefacción.
En cuanto al transporte, el hidrógeno sirve como combustible. Un vehículo de motor de combustión interna de hidrógeno (MCI) utiliza un motor de combustión interna convencional modificado para la combustión de hidrógeno gaseoso. Los vehículos de MCI de hidrógeno son un 30% más eficientes comparados con los vehículos de gasolina, y funcionan bien en todas las condiciones climáticas, incluso a bajas temperaturas.
Las pilas de combustible comprenden una amplia variedad de aplicaciones: