Desde su creación, la bicicleta eléctrica ha respondido a diversas necesidades. En primer lugar, surgió como una opción para quienes buscan una forma de desplazamiento más saludable, económica y amigable con el entorno, convirtiéndose en una alternativa tanto al automóvil como al transporte público.
Igualmente, está diseñada para facilitar el pedaleo en pendientes, siendo una gran aliada para aquellos con menor resistencia física. No obstante, con el uso prolongado, son varios los usuarios que han comenzado a notar ciertas desventajas asociadas a su funcionamiento.
Bicicleta eléctrica: los inconvenientes
La bicicleta eléctrica presenta algunos inconvenientes significativos. Uno de los principales es el aumento de peso debido a la incorporación del motor, la batería y otros componentes eléctricos, lo que dificulta su manejo cuando el modo eléctrico no está en uso o no es una opción. Además, la oferta de modelos sigue siendo limitada, y sus precios no han disminuido notablemente desde su llegada al mercado.
A esto se suma que el tiempo de recarga de las baterías sigue siendo considerablemente largo, y el alto valor de este tipo de bicicletas las convierte en un blanco atractivo para los robos, lo que obliga a tomar mayores medidas de seguridad.
Dada esta situación, era previsible que los fabricantes buscaran alternativas. Así nacen las primeras bicicletas impulsadas por hidrógeno, un combustible líquido capaz de alimentar motores eléctricos, ofreciendo una solución que mitiga varios de los problemas más comunes de las bicicletas eléctricas actuales.
Cómo funcionan las bicicletas de hidrógeno
Marcas como Alpha y Yuoun han decidido apostar por el desarrollo de bicicletas impulsadas por hidrógeno. Hasta hace poco, los modelos más avanzados requerían el uso de celdas o baterías intercambiables, que sólo podían adquirirse en distribuidores oficiales. No obstante, con el lanzamiento del modelo Alpha Neo, ya es posible llenar un tanque de hidrógeno de manera directa.
Este depósito tiene una capacidad de 67 gramos de hidrógeno comprimido a 300 bares de presión, lo que proporciona entre 120 y 150 kilómetros de autonomía para su motor eléctrico de 250 W en cada carga. Este motor permite alcanzar una velocidad de hasta 25 km/h en modo asistido. La recarga de hidrógeno puede realizarse en cualquier hidrogenera disponible, y tarda apenas dos minutos. Aunque, hay que reconocer, que las estaciones de hidrógeno siguen siendo muy limitadas tanto en España como en el resto de Europa.
A pesar de las ventajas tecnológicas, parece poco probable que la bicicleta de hidrógeno se convierta en la opción favorita de los consumidores a corto plazo. Sin embargo, podría ser una alternativa ideal para empresas dedicadas al alquiler de bicicletas eléctricas urbanas, siempre que cuenten con su propia red de recarga de hidrógeno.
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