La fiebre por el hidrógeno verde ha llegado con fuerza a Castilla y León. Lo que hasta hace poco era un concepto técnico más bien desconocido se ha convertido en el centro de atención para decenas de empresas de sectores muy distintos, como el agua, la ciberseguridad o los prefabricados. Estos negocios empiezan a explorar su papel en esta nueva era energética. El mensaje ha calado: esta forma de energía limpia puede suponer una transformación profunda de la economía autonómica.
Sin embargo, esta explosión de interés no llega acompañada del conocimiento necesario. Así lo evidencian los resultados de Reconversión, un programa piloto que ha puesto a prueba la capacidad del tejido empresarial para adaptarse a un futuro donde el hidrógeno será la clave. El balance: ganas, sí, pero preparación, no tanta.
Más de treinta compañías de Castilla y León se han embarcado ya en el programa Reconversión. Este programa, además de querer generar interés, también busca hacer un diagnóstico sobre qué puede aportar cada sector al nuevo mapa energético. Desde empresas de ingeniería hidráulica hasta proveedores de seguridad digital, todas han empezado a explorar caminos para no quedarse fuera del cambio.
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Entre las sorpresas, la ciberseguridad ha surgido como una necesidad estratégica. Las infraestructuras energéticas del futuro están expuestas a amenazas digitales cada vez más complejas. Proconsi, una empresa leonesa con experiencia en sistemas de defensa informática, ha puesto sobre la mesa la urgencia de prepararse. En un entorno donde las sanciones por vulnerabilidades ya no son una posibilidad remota, protegerse no es opcional.
También ha quedado claro que muchas compañías no tienen aún claro cómo encajan en este puzzle. Se apunta alto: Castilla y Léon lidera en número de proyectos a nivel nacional, con hasta 60 iniciativas en marcha, pero la falta de formación técnica podría hacer que muchas oportunidades se esfumen antes de consolidarse.
Detrás del hidrógeno verde hay un recurso básico sin el cual nada funciona: el agua. Aquí entra en juego Aquasic, una firma especializada en gestión hídrica que ya participa en varios proyectos punteros. Su papel es fundamental desde el arranque: obtener permisos, diseñar redes de captación y garantizar el suministro. Todo un campo emergente para las ingenierías que sepan adaptarse a esta nueva demanda.
La construcción también se postula como un sector esencial. Las plantas de producción necesitarán infraestructuras complejas, capaces de albergar sistemas presurizados y equipamientos técnicos de gran tamaño. Y no es sólo cuestión de cemento y acero: se requerirán avanzadas soluciones de ventilación, drenaje y protección ambiental. Un reto para constructoras, pero también una oportunidad de crecimiento.
A la par, los fabricantes de bienes de equipo están viendo cómo este nuevo mercado podría disparar su actividad. Las instalaciones necesitarán decenas de depósitos, sistemas de control, válvulas y estructuras metálicas diseñadas según estándares internacionales. Saber fabricarlos no será suficiente, ya que conocer la regulación será casi igual de importante.
El entusiasmo no basta. Así lo indican los responsables del programa Reconversión, que ya ha pasado por varias provincias de Castilla y León. Aunque más de 60 empresas mostraron interés en participar, sólo la mitad ha podido hacerlo de forma efectiva. ¿La razón? En muchos casos, la falta de una base mínima de conocimiento técnico sobre el hidrógeno.
Este vacío formativo no es exclusivo de esta comunidad autónoma. Es una constante en todo el país. Pero aquí, donde se concentran tantos proyectos en fase inicial, la necesidad de actuar es más urgente. No sólo se trata de adaptar procesos industriales, también hay que entender cómo encaja cada eslabón en una cadena compleja que va desde la producción hasta la distribución.
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Los organizadores lo tienen muy claro: si no se crea una oferta formativa adecuada, muchas empresas se quedarán atrás. Y no por falta de ganas, sino porque la barrera de entrada tecnológica es alta. Hacen falta cursos, asesoramiento y redes de colaboración que ayuden a las pymes a integrarse en proyectos más grandes sin quedar diluidas. Además, se necesita tiempo. La hoja de ruta apunta a 2030 como año clave para tener operativas las principales plantas de hidrógeno. Pero las decisiones se están tomando ahora. El momento de adaptarse es éste. De lo contrario, otros llegarán antes.
En definitiva, el hidrógeno verde representa una oportunidad histórica para Castilla y León, pero convertirla en realidad exige mucho más que buenas intenciones. Esta autonomía ha logrado captar un buen número de inversiones y proyectos, pero necesita una red de empresas preparadas para acompañarlos. Sólo si se apuesta de forma decidida por la formación y la colaboración público-privada, este nuevo modelo energético podrá echar raíces firmes.
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