Un pequeño coche urbano de hidrógeno verde está llamando la atención donde más se valora la innovación: Asia. La empresa catalana Tecnovelero ha puesto en marcha un modelo urbano que parece salido de una película de ciencia ficción, pero que ya tiene planes reales de producción.
Desde Tarragona, la compañía ha conseguido hacerse un hueco entre miles de propuestas en uno de los encuentros mundiales más relevantes de emprendimiento tecnológico. Su coche Virante, pensado para moverse por ciudad sin contaminar, ha sido una de las tres tecnologías más destacadas en el evento COMEUP de Seúl. De hecho, fue la única propuesta no coreana en subir al podio.
Con una estética urbana y muy funcional, el Virante se aleja por completo del estereotipo del coche eléctrico tradicional. No sólo prescinde de baterías pesadas, sino que incorpora una particularidad difícil de ignorar: se inclina como una moto en las curvas, pero con cuatro ruedas. Esta innovación, fruto de una patente propia bautizada como Tecnología de Inclinación Variable, otorga una estabilidad poco habitual en este tipo de vehículos compactos.
Detrás del proyecto de este coche urbano de hidrógeno está Javier Lavernia, ingeniero con dos décadas de recorrido en el mundo del transporte, quien ha liderado un equipo de jóvenes profesionales, muchos de ellos formados en la Universitat Rovira i Virgili, para sacar adelante una propuesta singular desde su fase conceptual. El objetivo ha sido claro desde el inicio: un vehículo urbano ligero, seguro y con el mínimo impacto medioambiental.
Y la inclinación controlada no es sólo estética, ya que permite ganar en seguridad, sobre todo en desplazamientos urbanos donde los giros y maniobras son constantes. Además, evita uno de los problemas habituales en vehículos pequeños y altos: la posibilidad de volcar con facilidad.
Virante se mueve gracias a hidrógeno renovable, almacenado en depósitos pequeños que operan a unos 200 BAR, muy por debajo de los 700 BAR habituales en este tipo de vehículos. Esta diferencia técnica se traduce en una ventaja económica fundamental: el sistema permite cambiar el depósito en cuestión de segundos, sin necesidad de estaciones específicas ni grandes inversiones en infraestructuras.
La propuesta resulta muy atractiva para entornos urbanos, donde los recorridos son cortos pero continuos. Con una autonomía cercana a los 400 kilómetros y una velocidad máxima de 90 km/h, se presenta como una opción válida tanto para usuarios particulares como para servicios logísticos y de reparto.
La empresa subraya que este sistema de carga rápida puede reducir los costes operativos hasta en un 90 % frente a modelos similares que requieren hidrógeno a alta presión, lo que amplía enormemente las posibilidades de implantación.
El reconocimiento en Corea del Sur ha puesto a esta original coche en el radar internacional, además de abrirle las puertas a colaboraciones estratégicas. La empresa tarraconense Tecnovelero ya ha iniciado contactos con fabricantes e inversores en Asia, con la idea de comenzar a producir en suelo coreano y chino a corto plazo. Según la compañía, las primeras 500 unidades podrían circular por las calles en el primer trimestre de 2026.
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En paralelo, también se están explorando otras oportunidades en mercados como Japón o India, donde calculan un potencial económico de miles de millones de euros. Además, varios ayuntamientos y empresas catalanas han mostrado interés en integrar el vehículo en sus flotas, tanto para movilidad pública como para servicios de última milla.
El diseño ligero del Teconovelero Virante y el uso de piezas similares a las de las motocicletas permiten un proceso de fabricación más ágil y económico. La empresa estima poder ofrecer este coche urbano de hidrógeno por unos 12.800 euros, con un mantenimiento muy bajo debido a su tecnología eléctrica sin batería convencional.
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