En nuestro artículo del Club de Expertos de hoy, Arcadio Gutiérrez, director general del Club Español de la Energía (Enerclub), hace un repaso a los motivos por los que el hidrógeno está llamado a ser un vector clave en la transición energética.
El hidrógeno no un vector energético nuevo. Se trata del elemento químico más abundante en el Universo, aunque raramente se encuentra de forma natural y suele ir acompañado de otros elementos de los que hay que separarle, como el agua (H2O) o en el metano (CH4). Se ha utilizado desde hace mucho tiempo en diversas aplicaciones, desde combustible para cohetes hasta en vehículos, pero actualmente se consume sobre todo en la industria (aprox. 90% en refino y química) y producido a partir de gas natural.
¿Y por qué está adquiriendo en los últimos años tanto protagonismo? Principalmente por tres motivos: por su reconocimiento como vector clave en la transición energética ante los crecientes compromisos de cero emisiones neta de los países; por su capacidad de descarbonizar sectores donde la electrificación no dispone todavía de soluciones viables, como el acero, el cemento, o el transporte pesado y de larga distancia; y por la caída de costes de la electricidad renovable y de los electrolizadores que se utilizan para su producción, lo que está haciendo que el hidrógeno verde sea más atractivo.
Reconocida su importancia, desde los gobiernos de todo el mundo se ha comenzado a poner en marcha iniciativas para impulsar su desarrollo. En el momento de redacción de este artículo, 20 países contaban con estrategias de hidrógeno y otros 20 están trabajando en ellas. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que, con los proyectos puestos en marcha y anunciados, la demanda de hidrógeno a nivel global podría crecer hasta los 120 Mt en 2030 (vs 90 Mt actuales). Un crecimiento importante, pero lejos del escenario de cero emisiones netas a 2050, que exigiría incrementar la demanda a cerca de 200 Mt en 2030.
En Enerclub, conscientes del interés que despierta, el hidrógeno está muy presente en nuestra agenda de actividades y en septiembre, por ejemplo, lanzamos un ciclo de talleres sobre esta materia, en el que se puso de manifiesto el momento clave en el que estamos, con muchas oportunidades y también algunos retos a superar.
En el ámbito de las oportunidades, se destacaron los numerosos proyectos existentes, colaboraciones entre empresas, alianzas público-privadas, que se están forjando para compartir riesgos, intereses y una visión común. El desarrollo de las tecnologías y sus cadenas de valor relacionadas podrán generar beneficios importantes a nivel económico e industrial, en particular en aquellos territorios más afectados por la transición energética.
En cuanto a los retos, el primer punto clave está relacionado con la regulación, la creación de mercados de hidrógeno y la incentivación de la demanda. A este respecto, destaca la importancia de contar con incentivos regulatorios y la normativa relativa a un sistema de garantías de origen. La agilización de procesos administrativos y permisos para el desarrollo de los proyectos también será otra medida necesaria.
A nivel europeo, se ha comenzado a trabajar en el marco regulatorio, con la presentación el pasado diciembre, de un segundo paquete de medidas dentro del “Fit for 55”, que incluye, entre otras, propuestas relativas a la creación de una normativa común para los mercados europeos de gases de bajas emisiones y renovables, incluyendo el hidrógeno.
En segundo lugar, es importante superar los retos tecnológicos que se plantearán con su aplicación, incluyendo el desarrollo de las tecnologías de los procesos industriales por el uso del hidrógeno. Para ello, será fundamental un mayor apoyo a la innovación, la I+D, así como la consolidación de los estándares técnicos y de seguridad que permitarán ir construyendo una comunidad de conocimiento en torno al mismo.
El tercer reto tiene que ver con el coste del hidrógeno renovable, que está aún lejos de ser competitivo frente al producido a partir de gas natural. En un plazo de 10 años se esperan mejoras importantes, gracias, entre otros factores, a la ya comentada reducción del coste de la electricidad renovable y los electrolizadores, la innovación o las mejoras en la eficiencia. En concreto, la AIE estima que el coste de hidrógeno renovable en 2030 podría descender hasta los 1,3 dólares/kg H2, en países con buenos recursos renovables como España, y 3,5 en otras regiones (el actual coste de producir un kg de hidrógeno con gas natural está comprendido entre 0,5 y 1,7 dólares, dependiendo de la región).
En España, existe un amplio reconocimiento de que estamos ante una gran oportunidad como país que, si se aprovecha bien, puede convertirnos en un actor relevante, por nuestro gran potencial en energía renovable y nuestra importante industria energética. Así se pone de manifiesto en nuestra Hoja de Ruta, una apuesta por el hidrógeno renovable, publicada en octubre de 2020, donde además de reconocer sus ventajas energéticas, se ponen de relieve otras externalidades positivas, como el desarrollo de las cadenas industriales en nuestro país, que aportarán riqueza y empleo de calidad.
El pasado 14 de diciembre, se lanzó un PERTE específico de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento, como una de las medidas destacadas de nuestro Plan de Recuperación, que contará con el impulso de los fondos Next Generation EU y nos ayudará a aprovechar las oportunidades y superar los retos.
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