Extremadura se prepara para dar un salto decisivo en su transición energética. Mientras los paneles solares continúan extendiéndose por el territorio, la Junta de Extremadura trabaja en una estrategia que apunta a convertir el hidrógeno verde en el siguiente gran eje de desarrollo industrial y sostenible. El planteamiento combina planificación técnica, análisis territorial y criterios sociales que pretenden garantizar que las nuevas inversiones beneficien de forma directa a la población.

La idea de la Junta es “compatibilizar sostenibilidad y desarrollo”, impulsando un crecimiento equilibrado entre la producción energética y el empleo rural. En esta fase, el Gobierno regional está elaborando una serie de mapas de capacidad de acogida que definirán qué zonas pueden albergar proyectos de hidrógeno sin comprometer tierras agrícolas o ecosistemas valiosos. El enfoque, según fuentes del Ejecutivo, busca que cada megavatio instalado tenga también un impacto positivo en la economía local.

La hoja de ruta del hidrógeno en Extremadura

El plan energético extremeño quiere fomentar nuevas instalaciones, y ordenar cómo y dónde deben desarrollarse. Los proyectos de hidrógeno verde, que requieren grandes consumos de energía renovable para alimentar los electrolizadores, tendrán que ajustarse a mapas territoriales que indiquen la capacidad de acogida. La prioridad es evitar que se ubiquen en suelos de alta productividad agrícola o con un fuerte arraigo social por el empleo que generan.

Planta de hidrógeno verde en Zafra, Badajoz (Extremadura)

Imagen: Junta de Extremadura

La Dirección General de Sostenibilidad coordina esta planificación junto con la Dirección General de Industria, Energía y Minas, para diseñar procedimientos de tramitación transparentes. Dependiendo del tipo de conexión, si son proyectos aislados o integrados en la red estatal, la Junta de Extremadura asumirá la gestión total o compartida con la Administración General del Estado. La meta es agilizar los tiempos, pero sin sacrificar el control ambiental.

Además, los promotores deberán presentar proyectos completos, sin fraccionamientos ni fases inconexas. Cada propuesta tendrá que demostrar viabilidad técnica, coherencia territorial y compatibilidad ambiental antes de obtener la autorización. La intención es evitar improvisaciones y asegurar que el hidrógeno verde se desarrolle de forma ordenada y con beneficios tangibles.

2030, el horizonte del hidrógeno en Extremadura

La Consejería prevé que para el año 2030 se tramiten alrededor de 1.500 megavatios de electrolizadores en la comunidad. Esta cifra se incluirá en el próximo Plan Integrado de Energía y Clima de Extremadura, actualmente en redacción. Este documento marcará la hoja de ruta de una década en la que la comunidad autónoma aspira a consolidarse como referente nacional en producción de hidrógeno renovable.

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Con ese objetivo, la Dirección General de Sostenibilidad está poniendo a disposición de los promotores una estructura técnica y administrativa que facilita el acceso a información territorial actualizada. Los mapas de capacidad permitirán identificar zonas adecuadas, proteger áreas agrícolas y reducir el impacto ambiental. Al mismo tiempo, se ofrecen revisiones previas de la documentación de los proyectos para acelerar las autorizaciones sin perder rigor.

Hoy en día, la Junta de Extremadura ya tramita siete proyectos de hidrógeno verde, priorizando su análisis y resolución. La apuesta es mantener la eficacia en la gestión y avanzar en la implantación de una nueva industria que combine innovación, energía limpia y empleo de calidad. Extremadura se posiciona así como un laboratorio esencial para probar si el hidrógeno verde puede ir más allá del éxito fotovoltaico.

¿Puede el hidrógeno verde superar a la fotovoltaica?

La gran pregunta sigue abierta: ¿podrá el hidrógeno verde alcanzar, o incluso superar, el impacto de la energía solar en Extremadura? La respuesta dependerá de varios factores. Por un lado, de la capacidad de atraer inversiones estables y sostenible, y por otro, de la rapidez con la que las administraciones logren articular procedimientos claros y ágiles. Lo cierto es que ambos modelos energéticos podrían convivir y complementarse, generando una matriz más diversa y resiliente.

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La diferencia fundamental está en el uso que se da a la energía producida. Mientras la fotovoltaica suministra electricidad directamente, el hidrógeno actúa como vector energético, almacenando y transportando energía limpia para la industria y el transporte. Esa versatilidad lo convierte en una pieza fundamental del futuro energético europeo y, por extensión, de Extremadura.

En un contexto donde la descarbonización ya no es una opción sino una obligación, la comunidad extremeña busca su lugar como pionera. Si consigue equilibrar sus recursos naturales con un desarrollo industrial inclusivo, el hidrógeno verde podría convertirse en el nuevo símbolo del cambio energético en el suroeste peninsular.