Según un nuevo estudio de Transport & Environment (T&E), la Unión Europea no debería depender de importaciones inciertas para el cumplimiento de sus ambiciosos objetivos de hidrógeno verde.
El estudio señala que, a pesar de la gran expectación acerca del hidrógeno verde, solo el 1% de la producción prevista en los países evaluados en el análisis ha recibido financiación. Por ello, Europa debe centrarse en desarrollar su propio suministro antes de recurrir a países que, en muchos casos, no serán capaces de aumentar rápidamente su operación y carecen de infraestructura necesaria para la exportación a nuestro continente.
Geert Decock, gerente de electricidad y energía de T&E, señala:
«Con los políticos europeos volando por todo el mundo para asegurar acuerdos de hidrógeno, este es un golpe de realidad muy necesario. La mayoría de los países de los que Europa depende para las importaciones no están preparados para aumentar la producción.»
El programa RePowerEU de la UE, elaborado apresuradamente tras la invasión rusa de Ucrania, establece planes para producir 20 millones de toneladas de hidrógeno renovable de aquí a 2030. De este total, cerca de la mitad provendrá de importaciones.
El estudio de T&E pone bajo el foco a seis países que podrían, potencialmente, ser exportadores de hidrógeno a la Unión Europea. Se trata de Noruega, Chile, Egipto, Marruecos, Namibia y Omán. En total, podrían suministrar un 25% de las 10 millones de toneladas que se esperan que procederán de importaciones.
El análisis de las estrategias nacionales de los seis países indica que la UE se considera un mercado clave para las exportaciones de hidrógeno. Omán, por ejemplo, espera exportar más de dos tercios de su producción de hidrógeno a la UE en 2030. Sin embargo, uno de los principales desafíos es que estos países exportadores, muchos de los cuales dependen en gran medida de los combustibles fósiles y carecen de agua, enfrentan grandes obstáculos para aumentar la producción.
Dejando fuera de esta ecuación a Noruega, los otros cinco países analizados tienen una capacidad limitada de producción de energías renovables. Por ejemplo, Omán depende casi exclusivamente de los combustibles fósiles para producir energía. Es por ello evidente que estos países habrán de invertir enormes cantidades en generación de electricidad limpia para exportar hidrógeno verde, así como para descarbonizar sus propias redes.
El caso más extremo es el de Namibia, ya que necesita más de diez veces la demanda de electricidad prevista para 2030 para satisfacer sus exportaciones de hidrógeno previstas a la UE. Por no hablar de que, actualmente, la mitad de los habitantes del país no tiene acceso a electricidad.
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