Proyectos e investigación

Así es como tres estudiantes han convertido los badenes en estaciones para generar hidrógeno verde

  • Un invento llamado Hydrocult transforma la frenada de los coches en hidrógeno limpio, sin enchufes, baterías ni humo.
  • Tres jóvenes italianos convierten el tráfico urbano en una herramienta para producir el combustible del futuro.
  • Hidrógeno verde: el nuevo oro limpio que moverá el mundo

En una esquina poco transitada de Italia, tres jóvenes estudiantes han encontrado una respuesta inusual a uno de los mayores retos energéticos del planeta: generar hidrógeno sin contaminar. Lejos de los laboratorios millonarios y los centros de innovación de Silicon Valley, el hallazgo se gestó en una escuela técnica de Alessandria.

El invento, llamado Hydrocult, no viene de una gran empresa ni de un centro de investigación de élite. Lo han desarrollado Francesco Petralia, Tommaso De Santa y Paul Ples Vasile, tres alumnos de química e ingeniería de secundaria. Su idea: aprovechar la energía que generan los coches al frenar sobre los badenes para alimentar un sistema que produce hidrógeno limpio.

El tráfico como fuente inesperada de energía limpia

Cada vez que un coche frena para pasar un badén, libera una cantidad de energía que normalmente se desperdicia. Estos tres estudiantes decidieron que esa fuerza podía tener otro destino. Así nació Hydrocult, un sistema que recoge la presión de las ruedas al pasar por estos obstáculos y la convierte en electricidad.

Un proyecto para generar hidrógeno verde a partir de residuos

Esa electricidad no se almacena en baterías ni se usa para alumbrar una farola: se dirige directamente a un electrolizador. Este aparato, mediante un proceso electroquímico, separa las moléculas de agua en oxígeno e hidrógeno. El oxígeno se libera al aire y el hidrógeno se almacena, listo para ser utilizado como combustible.

El resultado es un sistema autosuficiente que no contamina y que funciona únicamente gracias al movimiento diario de los vehículos. Un sistema que transforma la fricción del tráfico en una fuente constante de energía, sin necesidad de paneles solares, viento ni combustibles fósiles. Hydrocult, además de producir energía limpia, también podría convertir las calles en pequeñas fábricas de hidrógeno, adaptando lo que ya existe: los pasos de peatones y los badenes de seguridad.

Hydrocult: una tecnología sencilla con impacto mundial

Lo más interesante de Hydrocult es que no se apoya en materiales difíciles de conseguir ni en tecnologías fuera del alcance. Su base técnica es la conocida como press bump: una estructura que se deforma ligeramente con el paso de los coches, generando energía mecánica transformada en electricidad. Esta electricidad, aunque no es masiva, es suficiente para alimentar el proceso de electrólisis en tiempo real. Y, dado que no hay acumuladores de energía, el sistema evita también el impacto ambiental de fabricar y reciclar baterías.

Esa lógica minimalista es parte del éxito del invento. Funciona con lo que ya existe, sin grandes modificaciones urbanas ni inversiones millonarias. En cada paso de peatones o zona escolar con badenes podría instalarse este sistema y generar energía mientras se regula la velocidad del tráfico.

La idea ha sido reconocida en varios certámenes científicos locales y ahora se prepara para competir en la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería (ISEF), en Estados Unidos, uno de los encuentros más prestigiosos del mundo para jóvenes inventores.

Hydrocult: una respuesta juvenil a la urgencia energética

Hydrocult es una muestra de ingenio técnico, pero también de compromiso con el medioambiente. Frente a un modelo energético que depende aún de fuentes sucias, estos estudiantes han apostado por una solución que no requiere explotar recursos naturales ni compromete el aire que respiramos.

Un hallazgo inesperado ha revelado una innovadora técnica para generar hidrógeno a bajo coste

El proyecto ha sido acompañado desde el principio por profesores como George Lagana, quien destaca el impacto educativo de esta iniciativa. No sólo enseñó a los alumnos a pensar en soluciones técnicas, también a trabajar en equipo, presentar ideas y gestionar plazos reales. Además, ha recibido el respaldo de instituciones como el Rotary Club de Alessandria y la empresa Syensqo, que ha ofrecido apoyo logístico y técnico desde su planta local. Un ejemplo de cómo la colaboración entre escuela y empresa puede generar respuestas tangibles a problemas globales.

Hydrocult representa una semilla: una tecnología desarrollada por jóvenes, con recursos limitados, que propone una nueva forma de crear energía limpia. Quizá no sea la solución definitiva, pero sí un paso importante hacia un futuro donde el tráfico, en lugar de contaminar, contribuya a limpiar el planeta.

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Belén Valdehita

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