La mayoría de los métodos convencionales de producción de H2 no funcionan bien por debajo del punto de congelación. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Ulm (Alemania) han desarrollado una tecnología que permite que eso suceda utilizando energía solar. La producción de hidrógeno solar funciona mediante el uso de electrolitos, como el ácido sulfúrico diluido, que tienen puntos de congelación bajos.
Esta tecnología podría ayudar, y mucho, a la producción de hidrógeno en zonas con temperaturas muy bajas o en latitudes muy altas.
La distribución de cualquier combustible, incluidas las energías renovables y los combustibles fósiles, presenta grandes desafíos en lugares con climas muy fríos. Como ejemplo, las estaciones de investigación en la Antártida deben obtener sus combustibles, generalmente en forma de diésel, de manera costosa y difícil. Además, después de los desafíos y gastos asociados al envío del combustible, también existe el riesgo de contaminar ecosistemas vulnerables como consecuencia de un derrame. Por no hablar de las emisiones de carbono que se generan con su uso.
Al recurrir al hidrógeno solar, las áreas remotas podrían utilizar energía que genera pocas emisiones de gases de efecto invernadero, por no decir ninguna. En regiones donde la temperatura está constantemente por debajo del punto de congelación, el almacenamiento de hidrógeno en tanques se realiza fácilmente. Por lo tanto, un método de producción de H2 local ayudaría a superar los desafíos asociados al abastecimiento de energía en zonas remotas y frías.
La mayoría de los métodos convencionales de producción de H2 no funcionan bien por debajo del punto de congelación. No obstante, investigadores de la Universidad de ULM, dirigidos por Matthias May, han desarrollado una tecnología de producción de hidrógeno solar a bajas temperaturas.
La tecnología funciona mediante el uso de electrolitos como el ácido sulfúrico diluido, que tienen puntos de congelación bajos. Éstos ayudan a trabajar con agua líquida a temperaturas más bajas.
La tecnología incorpora un estricto control térmico de todo el electrolizador para garantizar que no haya pérdida de calor al medio ambiente. Asimismo, asegura la transferencia de tanta energía térmica de la célula solar al electrolito como sea posible. Como resultado, la temperatura interior de funcionamiento se mantiene en unos 10ºC.
Según May, una versión comercialmente viable de la tecnología de producción de hidrógeno solar podría tener una amplia gama de aplicaciones y usos en áreas frías y remotas de todo el mundo:
“La Antártida es un ejemplo extremo. Sin embargo, también en lugares como Mongolia o las regiones montañosas con amplias épocas del año en las que realmente hace mucho sol. Aunque las temperaturas están cerca de 0° C o menos… En realidad, hay una fracción de la población del mundo que vive en esas áreas”.
Gary Moore, un experto en división de agua de la Universidad Estatal de Arizona en los EEUU, también lo apoya:
«La investigación posibilita vías para el desarrollo de tales aplicaciones especializadas y convertirlas en tecnologías con penetración en el mercado a escala global”.
Muchos investigadores de combustibles basados en el sol creen que el hidrógeno puede alejar al mundo de los combustibles fósiles; Moore ve este trabajo como un paso importante para hacer realidad esa visión.
FUENTES: Universidad de Ulm; Royal Society of Chemistry; Hydrogen Fuel News.
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