El H2Med, antes conocido como ‘BarMar‘, es un gasoducto submarino propuesto entre Barcelona y Marsella que está llamado a sustituir al archivado proyecto MidCat para conectar la Península Ibérica con Francia y, de hecho, con toda la UE. Un nuevo análisis de los expertos en energía y economía del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés) plantea serias dudas sobre la viabilidad de la propuesta, que podría costar hasta 3.000 millones de euros.
El H2Med se anunció como la pieza central del llamado «corredor de la energía verde» de Francia, España y Portugal, el último de una serie de esfuerzos para ayudar a Europa a desprenderse del gas ruso.
Se espera que el H2Med comience a funcionar en 2030, aunque los países implicados no han confirmado un calendario del proyecto. Pero el calendario no es la única preocupación. Han surgido importantes incertidumbres en relación con la finalidad, la demanda, la tecnología, los costes, la financiación y la necesidad general del mismo.
A pesar de que su nombre sugiere que se trata de un proyecto de hidrógeno, se espera que el H2Med comience a funcionar transportando gas natural a Alemania y Europa Central a través de Francia como «una fuente de energía temporal y transitoria». El gasoducto también ayudará a compartir las capacidades de gas natural licuado (GNL) entre los países europeos. A largo plazo, Francia, España y Portugal tienen la intención de adaptar el H2Med para el transporte de hidrógeno verde, aunque el calendario es incierto.
Además, en un intento de asegurar el apoyo al proyecto, los defensores del H2Med lo describen como un «corredor mediterráneo del hidrógeno» que podría incluir también a Italia y, potencialmente, a otros países vecinos. En los últimos meses, España e Italia han explorado la viabilidad de un gasoducto marino que recorrería 700 kilómetros entre la terminal de regasificación de Barcelona y el puerto de Livorno, en el norte de Italia, cuya construcción costaría 2.660 millones de dólares. También se ha hablado de un gasoducto «virtual».
El H2Med conectará dos de los principales operadores europeos de sistemas de transporte de gas (TSO), Enagas y GRTGaz, al transitar por las proximidades de dos grandes terminales de GNL: la terminal de regasificación de Barcelona, en España, y la terminal de regasificación de Fos Cavaou, cerca de Marsella, en Francia.
GRTgaz posee y explota la mayor red francesa de transporte de gas y actualmente pertenece en un 61% a Engie y en un 39% a la Société d’Infrastructures Gazières SIG. Elengy, filial de GRTgaz dentro del grupo Engie, posee una participación del 100% en Fosmax LNG, el operador de la terminal de GNL de Fos Cavaou. Mientras tanto, Enagás posee y opera la terminal de GNL de Barcelona, la mayor terminal de regasificación de España.
Redes Energéticas Nacionais (REN) opera las principales infraestructuras de transporte y se encarga de la gestión global del Sistema Eléctrico Nacional y del Sistema Nacional de Gas Natural en Portugal.
El operador francés Terega y el operador italiano Snam también podrían participar en este proyecto. Terega, el operador de gas francés para la región de Occitania y operador del punto de interconexión virtual transfronterizo (VIP Pirineos) junto con España, está íntegramente en manos de Terega SAS, propiedad de un consorcio formado por el operador italiano de transporte y almacenamiento de gas SNAM S.p.A. (40,5%), el fondo soberano de Singapur GIC (31,5%), EDF Invest (18%) y Credit Agricole Assurances (10%).
Snam explota una red de transporte de unos 41.000 km entre Italia, Austria, Francia, Grecia y el Reino Unido y posee el 3,5% de la capacidad de almacenamiento mundial.
Aún no se ha aclarado el papel de los operadores en H2Med. Si acaba siendo un proyecto con derecho a una remuneración regulada, como ha sido el caso de los proyectos de infraestructuras de gas en España en los últimos años, los operadores de gas europeos tendrán garantizado el retorno de la inversión a costa de los consumidores.
Tanto España como Francia prevén que la construcción del H2Med llevará al menos entre siete y ocho años y podría estar lista en 2030. Con este calendario, el H2Med no constituirá una solución a la actual crisis energética. Si el consumo de gas en Alemania y otros países europeos sigue reduciéndose, como ha sucedido en los últimos meses, los flujos de gas que transiten por el gasoducto H2Med no serán necesarios y es probable que el proyecto se convierta en un costoso activo varado.
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