El primer ministro australiano ha anunciado una inversión de 539,2 millones de dólares australianos ($420 millones) en proyectos de hidrógeno y captura de carbono. El país, que es uno de los mayores emisores de carbono per cápita del mundo, se ha resistido a tomar medidas avalado por la administración Trump. Pero las cosas han cambiado con Joe Biden y el país ve aumentar la presión. De ahí el anuncio de Scott Morrison sobre inversiones.


Según indica Reuters, Morrison acaba de prometer un gasto adicional en tecnología de bajas emisiones como parte del próximo presupuesto anual. Será en mayo cuando se conozcan más detalles.

El propio primer ministro explicó en una rueda de prensa celebrada en Nueva Gales del Sur:

«Quiero que Australia y la tecnología de hidrógeno sean sinónimos en todo el mundo».

Morrison afirmó que 275,5 millones de dólares australianos se destinarían al desarrollo rápido de cuatro “hubs” de hidrógeno limpio. Además, que implementarían un plan de certificación de hidrógeno limpio.

El resto, es decir, 263,7 millones de dólares australianos, financiará el desarrollo de proyectos de captura y almacenamiento de carbono.

Recordemos que Australia cuenta con cinco mega proyectos de hidrógeno para su territorio, de los que hablábamos recientemente.

Australia y el Acuerdo de París

El Acuerdo de París compromete a Australia a reducir las emisiones del 26% al 28%, comparando con los niveles de 2005, para 2030. El gobierno espera que la reducción llegue al 29%, gracias a un plan de inversiones de 18.000 millones de dólares en tecnología durante esta década.

En el partido liberal gobernante hay escépticos sobre dar nuevos pasos en sus ambiciones climáticas. Hasta ahora, Australia no había avanzado en sus compromisos, pero el Gobierno está dando un giro como consecuencia de las presiones internacionales. Especialmente, las procedentes de Estados Unidos.

De hecho, esta semana, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo que sus diplomáticos desafiarían a países cuya inacción frustren los esfuerzos para luchar contra el cambio climático.

En consecuencia, Morrison ha optado por adelantar planes. Pero también hay escépticos que indican que puede ser simple retórica y que está por ver que esos planes se materialicen.

Las sospechas no son tan infundadas. De hecho, antes de la cumbre organizada por Joe Biden esta semana, el propio Morrison dijo que Australia alcanzaría el cero neto:

“Lo más rápido posible y preferiblemente para 2050”.

Pero también añadió:

«No hacemos compromisos a la ligera en este país. Preparamos nuestro plan para lograrlos y luego los cumplimos».

Morrison ya tiene un problema, puesto que Australia es el mayor exportador mundial de carbón y el segundo mayor exportador de gas natural licuado (GNL). Además, si tenemos en cuenta que la mayoría de los aliados del país y los mayores compradores de su carbón y gas son China, Japón y Corea del Sur. Y éstos se han comprometido a que sus emisiones sean cero netas para mediados de siglo.

Presiones

Así ha defendido su postura el primer ministro:

«La clave para cumplir con nuestras ambiciones de cambio climático es la comercialización de tecnología de bajas emisiones. No vamos a cumplir con nuestros objetivos de cambio climático mediante el castigo de impuestos. No voy a imponer impuestos a nuestras industrias fuera del planeta».

A Morrison también le están llegando presiones desde su propio país, concretamente, del Consejo de Energía Limpia de Australia. Le ha pedido al gobierno que establezca un cronograma para el cierre de las centrales eléctricas de carbón del país.

En esa línea, Reuters recogía las declaraciones de Kane Thornton, director ejecutivo del Consejo de Energía Limpia:

«Si estamos en camino de lograr el cero neto para 2050, eso significa que toda nuestra generación de carbón debe cerrarse».