El hidrógeno verde se ha convertido en un emblema de la transición hacia un futuro energético sostenible. Promovido como una alternativa limpia para sectores esenciales, este combustible despierta grandes expectativas. Sin embargo, un reciente informe de BloombergNEF (BNEF) revela que los costes asociados a su producción podrían mantenerse mucho más altos de lo estimado previamente, afectando su adopción a nivel mundial.
Producido mediante electrólisis de agua con energías renovables, el hidrógeno verde prometía ser una solución viable frente al hidrógeno gris, que genera altas emisiones de carbono. Pero los nuevos datos de BNEF advierten que los precios de los procesos de electrólisis podrían triplicarse, ralentizando el avance hacia un mercado más competitivo y dejando cierta incertidumbre respecto al futuro del hidrógeno verde.
El crecimiento de la industria del hidrógeno verde se enfrenta a múltiples barreras, desde la financiación hasta la demanda. Empresas repartidas por todo el mundo han reducido sus expectativas debido a la incertidumbre regulatoria y a la falta de compradores comprometidos.
En Estados Unidos, grandes proyectos están detenidos a la espera de unas regulaciones claras sobre los créditos fiscales. Estas medidas, diseñadas para fomentar la producción, podrían ser fundamentales para que el mercado despegue. Sin embargo, la falta de avances concretos ha llevado a empresas como Shell y Origin Energy a cancelar algunos planes significativos.
China e India son los dos mercados que, según BNEF, podrían lograr la paridad de costes entre el hidrógeno verde y el gris antes de 2040. Esto pone en desventaja a países con menos capacidad de subsidiar el sector o con altos costes de infraestructura.
El informe de BNEF recalca que los costes del hidrógeno verde podrían ser más altos de lo previsto durante las próximas décadas. Actualmente, el precio oscila entre 3,42 y 10,69 euros por kilogramo, pero podría disminuir a un rango de 1,46 a 4,65 euros en 2050. Esta caída dependerá en gran medida de los avances tecnológicos y las políticas de subsidios.
Ya son más de 600 los proyectos de hidrógeno verde en Europa
En contraste, el hidrógeno gris mantiene un precio estable de entre 1,01 y 2,13 euros por kilogramo. Esto representa un reto significativo, ya que el diferencial de precios podría desincentivar a las industrias a cambiar hacia una opción más limpia.
Texas sobresale como un caso prometedor dentro de Estados Unidos, donde los costes del hidrógeno verde podrían bajar a 4,41 euros por kilogramo en 2030 y menos de 0,91 euros para 2040 si se aplican créditos fiscales. Sin embargo, las variaciones por zonas y la falta de incentivos mundiales uniformes dificultan la predicción de un futuro más claro.
El hidrógeno verde es visto como una solución ideal para descarbonizar industrias difíciles de electrificar, como la química, la refinación de petróleo y la producción de acero. Sin embargo, estos sectores requieren grandes inversiones en tecnologías específicas que actualmente son muy costosas.
Por ejemplo, las plantas de energía que buscan incorporar hidrógeno verde deben realizar modificaciones muy costosas en sus sistemas. Este obstáculo, sumado al alto precio del combustible, retrasa la transición y mantiene la dependencia de combustibles tradicionales.
Además, la adopción masiva requiere una cadena de suministro consolidada, que incluya un almacenamiento y una distribución eficientes. Actualmente, estas infraestructuras están subdesarrolladas, lo que limita el alcance del hidrógeno verde en los mercados que resultan fundamentales.
El ritmo lento que lleva la adopción del hidrógeno verde ha llevado a una ola de cancelaciones en proyectos muy importantes. Algunas compañías a nivel mundial han reducido sus objetivos debido a la falta de una demanda clara y de compromisos firmes por parte de los compradores.
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En 2023, empresas como Equinor y Shell abandonaron iniciativas de lo más ambiciosas en Europa y en América del Norte. Estas cancelaciones subrayan la brecha existente entre las expectativas iniciales del mercado y la realidad de una demanda insuficiente.
Para revertir esta tendencia, será totalmente necesario que los gobiernos implementen incentivos financieros y políticas que favorezcan el desarrollo de proyectos. Esto incluye subsidios directos, así como la creación de unos marcos regulatorios que brinden estabilidad a largo plazo.
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