Según indica el informe de McKinsey & Company y el Consejo del Hidrógeno, ‘Hidrógeno para el Cero Neto’: El hidrógeno será fundamental para alcanzar el compromiso de cero emisiones netas. Además, contribuirá al 20% de la reducción mundial necesaria del carbono en 2050. Incluso, el hidrógeno podrá ser la solución para la descarbonización de menor coste para entonces.
Según el informe, se necesita desarrollar el hidrógeno, de cara a alcanzar una profunda descarbonización del mundo de forma rentable y eficiente. Eso permitiría a los países: cumplir sus objetivos climáticos, impulsar el crecimiento verde y crear empleos sostenibles.
El informe Hidrógeno para Net-Zero («Hydrogen for Net Zero«) exponen nuevos datos sobre el potencial de reducción de carbono del hidrógeno. Y, además, una propuesta de herramientas y medidas listas para su aplicación. Ayudarán a crear marcos políticos favorables para el hidrógeno renovable y con bajas emisiones de carbono.
Además, presenta un escenario para alcanzar las emisiones cero netas hasta 2030 y 2050 bastante ambicioso pero realista. Contempla los usos del hidrógeno en la industria, la energía, la movilidad y los edificios.
El escenario se describe en términos de demanda de hidrógeno, suministro, infraestructura, potencial de reducción e inversiones necesarias. Posteriormente, se compara con el impulso y las inversiones actuales en la industria. Así, identifica las brechas de inversión en todas las cadenas de valor y geografías.
Según el informe, el hidrógeno limpio renovable y de baja emisión de carbono puede ser un complemento de otras tecnologías de descarbonización como: la energía renovable, los biocombustibles o las mejoras en la eficiencia energética. Además, señala, ofrece la única opción a largo plazo, escalable y rentable para una profunda descarbonización en sectores como: el del acero, el marítimo, el de la aviación y el del amoníaco.
Hasta el 2050, el hidrógeno puede evitar 80 gigatoneladas (GT) de emisiones acumuladas de CO2 y contribuir al 20% de la reducción total necesaria. Sin embargo, esto requiere del uso de 660 millones de toneladas métricas (MT) de hidrógeno renovable y bajo en carbono. Es decir, el equivalente al 22% de la demanda mundial de energía final.
Bruno Esgalhado, socio de McKinsey & Company en España, ha explicado:
“En la próxima década, la demanda mundial de hidrógeno renovable y bajo en carbono podría crecer un 50%. Para 2030, esto se traduciría en una reducción de las emisiones anuales de CO2 equivalente al volumen total de CO2 emitido por el Reino Unido, Francia y Bélgica juntos. Pero alcanzar este paso requiere de un aumento significativo de la producción, la infraestructura y los usos finales.
Actualmente el impulso del hidrógeno es muy notable. Si comparamos las estimaciones de capacidad de producción con vistas al año 2030 realizadas en los tres últimos años – desde 2019 a 2021: se han más que triplicado cada año. Mientras, el volumen de proyectos maduros – es decir, proyectos que tienen solución técnica o financiación por detrás – ya suman más de 80.000 millones de dólares”.
Hoy en día, la industria del hidrógeno muestra un fuerte impulso en todo el mundo, con más de 520 proyectos a gran escala anunciados en 2021. Es decir, un 100% más que el año anterior. Además, hay que añadir otros 150 proyectos que se han incorporado desde la realización del informe, es decir, en tres meses.
Todo ello conllevará una inversión de 160.000 millones de dólares. Sin embargo, esto sólo cubre el 25% de los 700.000 millones de dólares necesarios para lograr el despliegue expuesto en este informe. Para alcanzar el cero neto, señala, son necesarios 300.000 millones para la producción de hidrógeno; 200.000 millones para la infraestructura; y 200.000 millones para los usos finales del hidrógeno.
Por tanto, el informe señala la necesidad de colaboración público-privada, multiplicando por cuatro veces la misma si se quiere alcanzar el cero neto. El informe señala que los gobiernos deben fomentar la transición mediante incentivos, regulación y mecanismos que permitan apoyar al hidrógeno. Será la forma de que consiga superar los obstáculos económicos iniciales y llegar a ser competitivo. Mientras, añade el ‘Hidrógeno para el Cero Neto’, el sector privado debe estar dispuesto a invertir para crear el cambio y asumir algún riesgo.
Desde McKinsey & Company se estima que es necesario un despliegue de 75 toneladas de hidrógeno limpio para 2030. Es un objetivo ambicioso pero real:
“Este suministro de hidrógeno limpio puede sustituir 25 toneladas de hidrógeno gris en el amoníaco, el metanol y el refinado; 50.000 millones de litros de gasóleo en la movilidad terrestre; y 60 Tm de carbón utilizado en la producción de acero”.
El crecimiento inicial del despliegue del hidrógeno limpio se centrará probablemente en Europa, Japón y Corea. Representarán alrededor del 30% de la nueva demanda limpia.
China y América del Norte, mercados de hidrógeno significativamente mayores actualmente, seguirán de cerca, con un 20% de la demanda de hidrógeno limpio cada uno.
Por otro lado, la contribución a la descarbonización del uso de hidrógeno limpio será diferente según el segmento de uso final:
Los nuevos proyectos permiten dar confianza al hidrógeno como vector energético de futuro. El informe ‘Hidrógeno para el Cero Neto’ añade que dependerá de que haya un marco normativo adecuado.
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