Un nuevo análisis de IRENA (Agencia Internacional de Energías Renovables) indica que: el rápido crecimiento de la economía mundial del hidrógeno puede generar cambios geoeconómicos y geopolíticos significativos que den lugar a una ola de nuevas interdependencias.


Tal y como indica el informe ‘Geopolítica de la transformación energética: el factor hidrógeno el cambio puede afectar a: la geografía del comercio de energía, regionalizando las relaciones energéticas; demás de hacer surgir nuevos centros de influencia geopolítica construidos sobre la producción y el uso de hidrógeno, mientras disminuye el comercio tradicional de petróleo y gas.

No es la primera vez que hablamos de cómo el hidrógeno puede ser una palanca geopolítica en el futuro. Otros análisis también confían en el hidrógeno para alcanzar los objetivos de neutralidad y eso supone cambios en las interdependencias. Asimismo, una ardua batalla por dominar el mercado y la generación.

El análisis de IRENA

IRENA estima que el hidrógeno cubrirá hasta el 12% del uso mundial de energía para 2050. Opinan que es probable que impulse la competitividad económica; además, que influya en el panorama de la política exterior con acuerdos bilaterales que difieran significativamente de las relaciones de hidrocarburos del siglo XX.

Francesco La Camera, director general de IRENA, ha afirmado:

“El hidrógeno podría resultar ser el eslabón perdido para un futuro energético seguro para el clima.

El hidrógeno está claramente en la revolución de las energías renovables con el hidrógeno verde emergiendo como un cambio de juego para lograr la neutralidad climática sin comprometer el crecimiento industrial y el desarrollo social. Pero el hidrógeno no es un aceite nuevo. Y la transición no es un reemplazo de combustible sino un cambio a un nuevo sistema con interrupciones políticas, técnicas, ambientales y económicas”.

Es el hidrógeno verde lo que traerá nuevos y diversos participantes al mercado; diversificará las rutas y los suministros; y cambiará el poder de unos pocos a muchos. Con la cooperación internacional, el mercado del hidrógeno podría ser más democrático e inclusivo. Podría ofrecer oportunidades tanto para los países desarrollados como para los países en desarrollo”.

IRENA estima que más del 30% del hidrógeno podría comercializarse a través de las fronteras para 2050. Es decir, una proporción más alta que el gas natural en la actualidad.

El mercado a futuro

Los países que tradicionalmente no han comercializado energía están estableciendo relaciones energéticas bilaterales en torno al hidrógeno. A medida que surgen más jugadores y nuevas clases de importadores y exportadores netos en el escenario mundial: ‘Es improbable que el comercio de hidrógeno se convierta en un arma y se cartelice, en contraste con la influencia geopolítica de petróleo y gas’.

El comercio transfronterizo de hidrógeno crecerá considerablemente con más de 30 países y regiones que ya planean actualmente un comercio activo. Algunos países que esperan ser importadores ya están desplegando una diplomacia dedicada al hidrógeno, como Japón y Alemania. Los exportadores de combustibles fósiles consideran cada vez más que el hidrógeno limpio es una forma atractiva de diversificar sus economías. Entre ellos, y como ejemplo, Australia, Omán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

Sin embargo, se requieren estrategias de transición económica más amplias, ya que el hidrógeno no compensará las pérdidas de ingresos del petróleo y el gas.

Prioridades sobre hidrógeno verde.

El potencial técnico para la producción de hidrógeno supera significativamente la demanda global estimada. Los países más capaces de generar electricidad renovable barata estarán mejor situados para producir hidrógeno verde competitivo. Países como Chile, Marruecos y Namibia son importadores netos de energía en la actualidad. No obstante, están destinados a emerger como exportadores de hidrógeno verde.

Según IRENA, percibir el potencial de regiones como África, las Américas, el Medio Oriente y Oceanía podría limitar el riesgo de concentración de las exportaciones. Sin embargo, señala, muchos países necesitarán transferencias de tecnología, infraestructura e inversiones a gran escala.

El informe de IRENA y la geopolítica

Es probable que la geopolítica del hidrógeno verde se desarrolle en diferentes etapas. El informe ve la década de 2020 como una gran carrera por el liderazgo tecnológico. Pero se espera que la demanda no despegue hasta mediados de la década de 2030. En ese momento, el hidrógeno verde competirá en costes con el hidrógeno de combustibles fósiles a nivel mundial. Incluso, podría suceder antes en países como China, Brasil e India.

En cuanto a Europa, el hidrógeno verde ya era asequible mientras aumentaban los precios del gas natural en 2021. Es probable que la renovación de las tuberías de gas natural impulse aún más la demanda y facilite el comercio de hidrógeno.

Los países con un amplio potencial renovable podrían convertirse en sitios de industrialización verde, utilizando su potencial para atraer industrias intensivas en energía. Además, tener una participación en la cadena de valor del hidrógeno puede impulsar la competitividad económica. Concretamente, la fabricación de equipos como electrolizadores y celdas de combustible podría impulsar el negocio.

China, Japón y Europa ya han desarrollado una ventaja inicial en la producción, pero la innovación moldeará aún más el panorama de fabricación actual.

Independencia energética

El hidrógeno verde puede fortalecer la independencia energética, la seguridad y la resiliencia al reducir la dependencia de las importaciones y la volatilidad de los precios y aumentar la flexibilidad del sistema energético.

Sin embargo, las materias primas necesarias para el hidrógeno y las tecnologías renovables podrían llamar la atención sobre la seguridad material. La escasez y las fluctuaciones de precios podrían repercutir en las cadenas de suministro de hidrógeno y afectar negativamente los costes e ingresos.

En esa línea: «dar forma a las reglas, los estándares y la gobernanza del hidrógeno podría conducir a una competencia geopolítica. Incluso, abrir una nueva era de cooperación internacional mejorada». 

Especialmente, ayudar a los países en desarrollo a desarrollar tecnologías de hidrógeno verde y a promover industrias relacionadas podría: evitar la ampliación de una brecha global de descarbonización; asimismo, promover la equidad y la inclusión, creando cadenas de valor locales, industrias verdes y empleos en países ricos en energía renovable.